sábado, 18 de octubre de 2008

TRES AYMARAS


Benita se subió alterada al avión en Santa Cruz de la Sierra. Discutía en su lengua y en un castellano con acento indígena. Yo no entendía lo que discutía. Ella es relativamente alta y fornida. Iba vestida con jeans, las uñas las tenía arregladas y pintadas de rojo, su saco era de lana blanca de tejido industrial pero su peinado y su porte la delataban como una mujer indígena. Ingresó al avión que nos conduciría finalmente a la ciudad de La Paz, haciendo una escala en Cochabamba. En el trayecto hubo turbulencias. Ella me preguntó: “¿Está nerviosa?”. Le contesté: “Este avión se mueve más de lo normal”. Ella respondió: “Es que estos aviones son muy pequeños”. Mi prejuicio me hizo pensar en un poderoso avión de Air France y que ella quién se creería, pues sin conocimiento de causa afirmaba que ese avión era muy pequeño. En la escala, en el aeropuerto Jorge Wilstermann de Cochabamba, entablamos conversación. Me dijo airada: “He viajado mucho y en la única parte que me han discriminado y me han maltratado ha sido en Santa Cruz”. Le pregunté: “¿De dónde vienen?”. Respondió: “De Shanghai. Llevamos tres días de vuelo. Ayer viajamos de Brasil a Santa Cruz. Allí no nos respetaron nuestros tiquetes. Nos tocó pagar de nuestros bolsillos un hotel y además nos discriminaron y maltrataron. Este último itinerario estaba cancelado desde el comienzo pero tampoco lo respetaron y también tuvimos que pagarlo. Es un atropello”. Me sorprendió porque yo había pensado que era una comerciante de Santa Cruz. Los aymaras han sido siempre comerciantes. Alguien me había dicho: “Cualquier tienda o negocio en Bolivia lo más probable es que pertenezca a un aymara”. En este caso me había equivocado de sitio. Seguimos conversando. Me contó que sí era comerciante pero de El Alto y que con un grupo había ido a China a comprar mercancías y a asistir a los juegos olímpicos. Que allí contaron con un traductor boliviano y un chino. Los comerciantes les iban señalando qué iban a comprar y en qué número, para que los fabricaran en la cantidad señalada. Me mostró su pasaporte. Tenía visa norteamericana y allí estaban los sellos de entrada a varios países. Benita, que había estado en París y Shanghai, vino a ser maltratada en Santa Cruz de la Sierra.

Teodoro vive en Sawiña, un pequeño poblado a orillas del lago Titicaca, situado a diez kilómetros de Copacabana, en la carretera que conduce a Kazani, frontera con el Perú. Desde la carretera pavimentada se camina aproximadamente quince minutos por un camino polvoriento. El poblado cuenta con una pequeña iglesia y está ubicado en un montículo desde el cual se divisa el Titicaca. En una esquina hay una sencilla tienda en la que se aprecia un cartel que dice: “Evo sí cumple”. Allí venden los pasajes para ir por las islas flotantes. Dos hombres me atendieron cordialmente y el mayor de ellos se dirigió conmigo hacia la lancha. El es Teodoro. Me contó que esa comunidad, por su propia cuenta, casi sin ningún tipo de ayuda, está recuperando tres islas flotantes: Pachacamac, Intihuata y Los Yampus. Ellos no utilizan lanchas a motor porque consideran que contaminan el lago. Ese hombre mayor, con manos que constatan una vida de trabajo, remaba con todas sus fuerzas y energías para mostrarme esa maravilla de la naturaleza que aún pervive. El recorrido puede durar dos o tres horas. Se navega lentamente entre totorales que están separados por agua cristalina que deja ver variedades de algas. Se observan los patos y varios tipos de aves que corretean sobre el agua, muy cerca de la lancha. Las islas están construidas con totoro y las utilizan para el trabajo de la pesca. Cuentan con una torre donde flamean la Whipala y la bandera de Bolivia. Sobre ellas construyen viviendas, que deben ser acogedoras en las gélidas noches del altiplano. El totoro, una vez se pudre, lo cambian por otro. Ellos buscan preservar ese ecosistema que se ha perdido por cuenta de los excesos que impone el turismo, aunque su iniciativa ha despertado celos de sus vecinos peruanos. Los comuneros de Sawiña ven con preocupación la contaminación de esas aguas, que, aunque están muy cerca de Copacabana, las salva un accidente geográfico que se interpone. Desde las islas se puede apreciar una montaña muy cercana. Le pregunté a Teodoro si allí había cóndores. Me respondió: “Sí. Son muy bonitos, tienen el pecho blanco”. Volví a inquirirle: “¿Ustedes no los matan?”. Me replicó, sorprendido: “¿Por qué? Ellos solo vuelan”.

Inocencia es una mujer risueña de 59 años. La conocí en un micro que se dirigía hasta la frontera con Perú y Chile. Estaba muy pulcramente vestida, con pollera y sombrero, atuendo típico de las indígenas aymaras. En la parte superior del delantal azul estaba prendido un gancho por donde corría la lana. Todo el tiempo tejía. Me confesó: “Le hago un saco a mi nieto”. Le pregunté para dónde iba y contestó: “A visitar a mi mamá. Ella nunca quiso dejar su casa y la visito frecuentemente porque es bastante mayor”. Le indagué luego por su vida y me informó: “Tengo un hijo médico; otro hijo, el menor, estudia en la universidad, y dos hijas. Una vive en La Paz y la otra en Argentina hace muchos años. Mi esposo vive en Las Yungas. Allí tiene una finca en la que se producen frutas. El clima es muy agradable”. Conversamos agradablemente sobre cosas cotidianas. Compró el pan que ofrecen en el camino y me invitó. Seguimos conversando. Me contó que no le gustan las fiestas porque allí les roban los sombreros. Agregó que le gusta llevar esas polleras. Siempre las ha llevado. Le pregunté si alguna vez había salido de Bolivia y su respuesta fue rápida: “No, pero el año entrante voy a visitar a mi hija que vive en Argentina. Me tocará botar la polleras porque si las llevo me van a discriminar. Luego, cuando vuelva, me las vuelvo a poner. El año entrante empezaré a cobrar el bono que el gobierno está dando a los mayores de sesenta años”.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Usted no habilita la entrada de comentarios. Muy buenas sus narraciones.

Anónimo dijo...

Va a dejar caer el blog por falta de continuidad.

Anónimo dijo...

INGENIERA¡¡¡¡¡¡ TE EXTRAÑAMOS Y QUEREMOS MUCHO,,,GRACIAS POR TU CARIÑO Y BONDAD....UN ABRAZITO
....KAROL Y BEBE

Anónimo dijo...

Hola Lucinka!
Fue un honor para mi haberte tenido de visita en mi canal de youtube http://www.youtube.com/user/yosoyelcorrido
por supuesto que tome en serio la invitacion para visitarde en este blog.
Es un excelente blog! Te felicito!
Mire que en verdad si eres amante de la cultura, la historia y los pueblos de America.

Un abrazo desde Chicago,

Ramon