domingo, 11 de junio de 2017

Los olores de las ciudades

Cada ciudad, como los seres humanos, tiene sus características y personalidad. Los olores, por supuesto, no siempre son buenos. Su percepción es subjetiva. Hay muchos olores agradables y desagradables, depende por donde se transite.

Los bogotanos no nos damos cuenta de que la ciudad huele a hidrocarburos debido a la mala calidad del parque automotor pero de noche en muchos sitios podemos disfrutar del olor que emana el árbol Caballero de la Noche. Las ciudades del Pacífico, como Buenaventura y Quibdó, huelen fuertemente a humedad.  Moniquirá, Vélez y esa zona huele a guayaba y bocadillo.

Ciudad de México en algunos sitios tiene olor a albañal pero en la mayoría de lugares huele a tortilla. El Bosque de Chapultepec tiene un sitio llamado el Jardín Sensitivo, allí las personas ciegas o con deficiencias visuales pueden caminar y disfrutar de los olores de los arboles aromáticos especialmente plantados para ello. En términos generales si me preguntan por el olor de México respondo: huele a tortilla.

Los cascos históricos de Quito y La Paz tienen los olores de los ingredientes que utilizan en las comidas, poco agradables para mi gusto.


La Habana tiene su olor, se siente una vez se va del Aeropuerto José Martí  por la Avenida Rancho Boyeros hacia el centro, es un olor especial, que no puedo describir y me gusta, quizás por la alegría de llegar a esa ciudad. Sin embargo, en algunas zonas de los municipios (localidades para nosotros) de la Habana del Este y Regla se sufre por el olor característico de hidrocarburo que emana la Refinería Ñico López. Ese olor “forma parte del paisaje”. Si se camina al mediodía por los barrios habaneros huele a picadillo. 

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