El grupo de estudiantes del Doctorado Educación para la Integración y Desarrollo Humano y Sostenible de la Universidad de Valladolid tiene planteadas varias visitas a lugares con diverso interés social, a fin de plantear posibles trabajos de grado y como una forma de extensión curricular. Una de las primeras visitas se efectuó al Mercado de Abastos de la ciudad de Santa Cruz de la Sierra.
El acceso a este mercado es caótico pues las calles que lo rodean están atestadas de vehículos que recogen y dejan pasajeros, sin ningún orden y sin que existan sitios de parqueo suficientes. Este caos denota, una vez más, la falta de planeación y ordenación urbana.
El Mercado de Abastos es un sitio en el que se puede apreciar la diversidad de productos agrícolas provenientes del campo, a precios más bajos que los que se expenden en supermercados. En términos generales se puede decir que ese sitio es ordenado y más o menos limpio.
Sin embargo, impresiona, como en otros mercados de Santa Cruz, que junto a los expendios de comida subsistan sitios en los que se prestan servicios de salud como el caso de casetas en las que se lee el siguiente aviso: “dentista”.
Otro aspecto de fondo es el trabajo infantil, tan común en Latinoamérica. Se observan niños y personas mayores trabajando como carretilleros. Ya sea cargando bultos o arrastrando pesadas carretillas con mercado a cambio de las propinas que les pagan los compradores. Ellos además prestan el servicio adicional de aconsejar a los clientes en dónde pueden comprar mejor. Estas personas inician su jornada a las 4 y 30 de la madrugada, no cuentan con medidas de seguridad para evitar daños en la salud.
Los niños carretilleros y limpia vidrios están organizados en diferentes organizaciones. Tienen unas normas de comportamiento como la de ir uniformados y cuidar la carga. Cuentan con líderes a quienes les deben respeto, además ningún miembro los debe "hacer quedar mal" y por tanto no pueden robar.
En ambos casos la situación es dramática. Los ancianos deberían estar gozando de una pensión y los niños jugando, descansando o estudiando.
Las organizaciones que los agrupan buscan mejorar la calidad de vida de estos niños. Una de estas organizaciones es Centro de Día Camino Nuevo, que forma parte de la Fundación Hombres Nuevos, de la que se hablará en otro artículo. El Centro de Día, les ofrece comida balanceada y ayuda en sus tareas pues la idea es que al culminar el trabajo se acerquen a este sitio, que queda muy cerca de Mercado de Abastos, se bañen, se cambien de ropa, se alimenten y puedan hacer sus tareas con la ayuda de cooperantes bolivianos y españoles. También la Fundación les ofrece servicios de psicología y trabajo social ya que muchos de estos niños se encuentran padeciendo en sus hogares de maltrato. En medio de esta situación, existe la esperanza de que a través de estos programas algunos niños puedan continuar sus estudios. Algunas de ellos se encuentran cursando estudios superiores.
El Centro de Día de la fundación Hombres nuevos, no incentiva ni aboga porque exista una legislación sobre trabajo infantil. Simplemente está en contra del trabajo infantil. Es distinto que frente a la realidad busque mitigar el sufrimiento de estos niños ofreciéndoles la oportunidad de que dignifiquen sus vidas.
Pese a que las Naciones Unidas y la Organización Internacional del Trabajo (OIT) en innumerables ocasiones han emitido resoluciones que proscriben el trabajo infantil, esta situación se sigue dando en Latinoamérica sin que los Estados cuenten con políticas públicas claras que eliminen estas prácticas.
El Mercado de Abastos es un sitio en el que se puede apreciar la diversidad de productos agrícolas provenientes del campo, a precios más bajos que los que se expenden en supermercados. En términos generales se puede decir que ese sitio es ordenado y más o menos limpio.
Sin embargo, impresiona, como en otros mercados de Santa Cruz, que junto a los expendios de comida subsistan sitios en los que se prestan servicios de salud como el caso de casetas en las que se lee el siguiente aviso: “dentista”.
Otro aspecto de fondo es el trabajo infantil, tan común en Latinoamérica. Se observan niños y personas mayores trabajando como carretilleros. Ya sea cargando bultos o arrastrando pesadas carretillas con mercado a cambio de las propinas que les pagan los compradores. Ellos además prestan el servicio adicional de aconsejar a los clientes en dónde pueden comprar mejor. Estas personas inician su jornada a las 4 y 30 de la madrugada, no cuentan con medidas de seguridad para evitar daños en la salud.
Los niños carretilleros y limpia vidrios están organizados en diferentes organizaciones. Tienen unas normas de comportamiento como la de ir uniformados y cuidar la carga. Cuentan con líderes a quienes les deben respeto, además ningún miembro los debe "hacer quedar mal" y por tanto no pueden robar.
En ambos casos la situación es dramática. Los ancianos deberían estar gozando de una pensión y los niños jugando, descansando o estudiando.
Las organizaciones que los agrupan buscan mejorar la calidad de vida de estos niños. Una de estas organizaciones es Centro de Día Camino Nuevo, que forma parte de la Fundación Hombres Nuevos, de la que se hablará en otro artículo. El Centro de Día, les ofrece comida balanceada y ayuda en sus tareas pues la idea es que al culminar el trabajo se acerquen a este sitio, que queda muy cerca de Mercado de Abastos, se bañen, se cambien de ropa, se alimenten y puedan hacer sus tareas con la ayuda de cooperantes bolivianos y españoles. También la Fundación les ofrece servicios de psicología y trabajo social ya que muchos de estos niños se encuentran padeciendo en sus hogares de maltrato. En medio de esta situación, existe la esperanza de que a través de estos programas algunos niños puedan continuar sus estudios. Algunas de ellos se encuentran cursando estudios superiores.
El Centro de Día de la fundación Hombres nuevos, no incentiva ni aboga porque exista una legislación sobre trabajo infantil. Simplemente está en contra del trabajo infantil. Es distinto que frente a la realidad busque mitigar el sufrimiento de estos niños ofreciéndoles la oportunidad de que dignifiquen sus vidas.
Pese a que las Naciones Unidas y la Organización Internacional del Trabajo (OIT) en innumerables ocasiones han emitido resoluciones que proscriben el trabajo infantil, esta situación se sigue dando en Latinoamérica sin que los Estados cuenten con políticas públicas claras que eliminen estas prácticas.
1 comentario:
La pregunta que subyace es: por qué en éstos países tenemos temas tan importantes y vitales sin abordar desde las instituciones gubernamentales?
Publicar un comentario